¿Qué es el trastorno de personalidad? ¿Cómo lo tratamos?
“Las personalidades son como cuadros impresionistas. A cierta distancia, cada persona parece hecha de una pieza; desde más cerca, constituye un desconcertante entramado de estados de ánimo, cogniciones e intenciones” (T. Millon). Cuando hablamos de personalidad, nos referimos a un conjunto de rasgos estables que presenta una persona en cuanto a su forma de pensar, sentir y actuar. Esos rasgos se hacen patentes en un amplio margen de contextos personales y sociales. En su formación, intervienen tanto la base biológica (temperamento) como la manera de ser, de sentir o de reaccionar de la persona ante las influencias ambientales (carácter).
La persona que padece un trastorno de personalidad (TP), presenta rasgos inflexibles y desadaptativos, causando una perturbación o malestar significativos en distintas áreas de su vida personal, social y laboral. Además, su forma de percibir y entender la realidad se desvía notablemente de las expectativas sociales y culturales de su entorno. Los trastornos de la personalidad suelen hacerse reconocibles durante la adolescencia o al principio de la edad adulta. Si bien las causas no están del todo claras, pueden estar asociados a factores genéticos y ambientales. Respecto a estos últimos, las experiencias de angustia, estrés o miedo durante la infancia, así como el maltrato, el abuso o la negligencia emocional, pueden ser la causa desencadenante del trastorno.
Los distintos tipos de trastornos de personalidad pueden diferenciarse en tres grandes grupos:
Grupo A: Trastornos de personalidad paranoide, esquizoide i esquizotípico.
La persona afectada por trastorno paranoide de la personalidad tiene una desconfianza generalizada hacia los demás, incluyendo amigos e incluso la familia y la pareja. Como resultado, la persona se siente vigilada y bajo sospecha, y está constantemente buscando pistas que validen sus teorías conspiratorias. Este tipo de personalidad es extremadamente sensible a los reveses, y fácilmente siente vergüenza y humillación. Tiende a aislarse de los demás y a destruir relaciones cercanas.
La persona afectada por trastorno esquizoide de la personalidad está dominada por la introversión; se aísla y evita las actividades sociales y las relaciones interpersonales. Si bien parece una persona fría, distante y nada afectiva, es en realidad hipersensible. Su actitud es una defensa: se encierra en sí misma para protegerse de las heridas provocadas por el mundo exterior. Su apartamiento de la realidad y su propensión a la ensoñación son una respuesta a esta necesidad. Suele mostrarse, con frecuencia, original, idealista y con interés por la sistematización i el análisis abstracto.
La persona afectada por trastorno esquizotípico de la personalidad se manifiesta de forma extraña en la apariencia, en el comportamiento y en el habla. Es supersticiosa y tiene experiencias perceptivas inusuales y anomalías en la manera de pensar, que se asemejan a las personas observadas en la esquizofrenia. Posee un afecto inapropiado y una ansiedad social, de ahí su frialdad y aislamiento. Suele tener un pensamiento mágico y, en ocasiones, puede creer que posee superpoderes o que ha sido víctima de experiencias paranormales.
Grupo B. Trastornos de personalidad antisocial, límite (borderline), histriónico i narcisista.
La persona afectada por trastorno antisocial de la personalidad no tiene en cuenta las normas y obligaciones sociales. Es agresiva, actúa de manera impulsiva; carece de sentimiento de culpa, y parece no aprender de la experiencia. En muchos casos, puede no tener dificultad para relacionarse, e incluso puede parecer superficialmente encantadora (por eso se conoce como “psicópata con encanto”’).
La persona afectada por trastorno límite de personalidad (borderline) tiene una personalidad débil y cambiante, y duda de todo. Puede pasar de momentos de calma a momentos de ira, ansiedad o desesperación, en sólo unos segundos, y que no puede controlar. Se da alternancia entre extremos de idealización y devaluación en las relaciones interpersonales. Tiende a involucrarse en conductas de riesgo. Vive sus emociones al máximo, y sus relaciones amorosas son intensas, porque idolatra a la otra persona. Su autoimagen es marcadamente inestable y, a menudo, con sentimientos crónicos de vacío y abandono, pudiendo tener dificultades para hacer frente a los acontecimientos estresantes. En ocasiones, puede tener episodios de paranoia.
La persona afectada por el trastorno histriónico de la personalidad tiene una baja autoestima y busca llamar la atención de otras personas, dramatizando o jugando un papel, y presta excesiva atención al cuidado de su apariencia encantadora y seductora. Tienen baja tolerancia a la frustración. Su vida se convierte en un círculo vicioso, que puede afianzarse, pues, si se siente rechazada, más histriónica se vuelve; y cuanto más histriónica se vuelve, más rechazada se siente.
La persona afectada por el trastorno narcisista de la personalidad se cree más importante que los demás. Tiende a exagerar sus logros y presume constantemente de su atractivo o éxito. Siente una profunda necesidad de admiración, pero carece de empatía por otras personas. Además de su comportamiento egocéntrico, también suele mantener actitudes de resentimiento y venganza hacia los demás.
Grupo C: Trastornos de personalidad evitativo, dependiente y obsesivo-compulsivo.
La persona afectada por el trastorno evitativo de la personalidad suele experimentar sentimientos de inferioridad. Por lo general, vive pendiente de la crítica de los demás, con un miedo constante a ser avergonzado o rechazado, y evita participar en nuevas actividades o hacer nuevos amigos. Este trastorno está fuertemente asociado con el trastorno de ansiedad social, y puede tener su origen en el rechazo por parte de sus padres o compañeros de infancia.
La persona afectada por el trastorno dependiente de la personalidad se subordina a otras personas para satisfacer sus necesidades emocionales y sociales. Es incapaz de tomar decisiones por sí sola y, por lo general, evita estar sola, pudiendo ser propensa a tolerar el abuso físico y verbal.
La persona afectada por el trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad suele ser muy disciplinada, con una imperiosa necesidad para el orden, y se adhiere fuertemente a las normas y los reglamentos. Se caracteriza por ser una persona rígida, perfeccionista, rumiadora, moralista, inflexible e indecisa. Se siente muy incómoda cuando no logra la perfección.
Desde la Consulta, tratamos cada trastorno de personalidad de forma específica e individualizada, en función de su gravedad y situación vital. Tratamos de identificar y comprender la interrelación que se genera entre sus pensamientos, emociones y conductas en el funcionamiento de su vida personal. La terapia irá dirigida a fomentar el ajuste psicosocial de la persona mediante herramientas de habilidades sociales, solución de conflictos, así como, manejo del estrés y la ansiedad. Las sesiones se pueden ofrecer en distintos formatos: individual, grupal o familiar. Debido a que los trastornos de la personalidad permanecen por largo tiempo, el tratamiento puede requerir larga duración (meses o años).