El manejo del dolor en la terapia para adultos
Ante las dificultades para afrontar el dolor, ya sea físico o emocional, las personas pueden llegar a sentirse indefensas e impotentes, perdiendo la propia capacidad de control, experimentando sentimientos de tristeza, apatía, aislamiento, irritabilidad, baja autoestima..., que dificultan aún más la obtención de los recursos necesarios para tolerar y gestionar el sufrimiento que padecen. La experiencia del dolor, de forma prolongada en el tiempo, puede llegar a ser, física y psicológicamente, estresante. La forma como se afronta el día a día y las situaciones estresantes puede hacer aumentar o disminuir el umbral del dolor.
Del mismo modo como la medicina nos puede proporcionar determinados recursos para mitigar o aliviar el dolor físico, la terapia psicológica nos permite ofrecer las destrezas i estrategias necesarias para hacer màs controlable el manejo de nuestros estados emocionales i comportamentales, i así poder gestionar el sufrimiento de una forma más adaptativa a las circnstancias en que la persona se encuentra. Es relevante la importancia que juegan los factores psicológicos i contextuales a la hora de afrontar una determinada experiencia dolorosa. Si bien es cierto que no todas las personas toleran de igual manera el dolor, la actitud, el estado de ánimo, la personalidad, e incluso, las circunstancias en las que se encuentran, influyen en gran medida a la hora de tolerarlo.
Una concepción equivocada de nuestro dolor nos puede llevar a tener expectativas, creencias, actitudes, emociones y estrategias de afrontamiento desadaptativas. El dolor, a menudo limitando y paralizando, nos puede conducir a una actitud pesimista y desesperanzada. Será conveniente analizar cuál es el papel de nuestro lenguaje, identificando y modificando los mensajes negativos que nos podemos dar. Aprender a distanciarnos de nuestros pensamientos y emociones dolorosas, será fundamental para enfocar el dolor desde una perspectiva en la que no nos sintamos atrapados en él.
En el trabajo que realizo en la consulta, se evalúan los aspectos psicológicos y sociales de cada paciente y, en función de éstos, se determina la terapia adecuada. Una correcta gestión del estrés, así como las técnicas de relajación y mantenimiento de hábitos saludables, resultarán formas efectivas en el proceso terapéutico del dolor. Se favorece la participación progresiva en actividades sociales, laborales y de ocio, que permitan a la persona adquirir una mayor realización vital y la adopción de un papel activo en su recuperación. También habrá que incidir en los valores importantes de su vida y aprender a diferenciarlos de los sentimientos y emociones dolorosas que puede llegar a experimentar. De este modo, la persona por sí misma podrá ir percibiendo como el sentido de su vida es vivir una vida con sentido, y sus valores ayudarán a que esto sea posible a pesar del sufrimiento vivido.