La gestión de los pensamientos en la psicoterapia
Las personas, en general, tendemos a reflexionar y buscar una explicación a determinadas situaciones que nos preocupan. Es un proceso natural dar coherencia y sentido a lo que nos pasa, proporcionándonos de alguna manera cierta sensación de seguridad, tranquilidad y control.
Sin embargo, en la vida se pueden producir determinadas situaciones difíciles o complicadas, tales como; problemas de trabajo, separación de la pareja, la muerte de un ser querido, una discusión dolorosa, una situación importante que no se como esperábamos... que si no sabemos manejar adecuadamente, en lugar de dar un sentido o una respuesta eficaz al problema , puede generar una tendencia a preocuparse en nuestros pensamientos.
Se produce ese síntoma que he podido observar en multitud de casos de ansiedad y depresión y que ya el conocido neurólogo y psiquiatra Viktor Emil Frankl denominaba una hiperreflexión. La hiperreflexión sería la tendencia a querer encontrar una solución al problema, focalizando excesivamente la atención sobre este pensamiento, pudiendo llegar a convertirse en un círculo vicioso que, en lugar de resolver el problema, aumenta y cronifica el malestar emocional.
Ante situaciones o circunstancias que no acabamos de asimilar o aceptar, la tendencia a pensar y preocuparse en exceso puede acabar convirtiendo nuestra mente en esclava de sus pensamientos, en la que toda lucha, negación o rechazo de estos provocarían un efecto rebote y, consecuentemente, aumentarían el número y la intensidad de estas preocupaciones.
Un exceso de atención en nuestros pensamientos podría acabar interfiriendo negativamente en nuestro día a día; afectando nuestra capacidad de atención y concentración, la relación interpersonal con los que nos rodean, aumentando la probabilidad de errores y dificultando la solución efectiva de los problemas que, al mismo tiempo, contribuirían a sentimientos de impotencia y de incapacidad para poder controlar las situaciones y las circunstancias de la vida.
Hay estudios científicos que demuestran que durante el día nuestro cerebro procesa diariamente unos 60.000 pensamientos, de los cuales el 94% se repiten y un 80% son negativos. Este hecho indicaría la gran dificultad que tenemos las personas para crear pensamientos nuevos que sean constructivos y que a la vez favorezcan nuestro bienestar.
No debemos olvidar que de la misma manera que alimentamos nuestra salud física con todo lo que comemos, en buena parte, también alimentamos nuestra salud mental con todo lo que pensamos o nos decimos, pudiendo llegar a beneficiar o afectar nuestro bienestar mental.
Nuestra personalidad, las experiencias vividas, las relaciones y las influencias que establecemos con el entorno y las personas en que vivimos, juegan un papel determinante en lo que pensamos. Evidentemente, no siempre podemos controlar o escoger todo lo que pensamos, pero si podemos llegar a tomar conciencia, elegir cuál es nuestra la actitud y, en consecuencia, adoptar la mejor manera de abordar y gestionar estos pensamientos en nuestra vida.
La cuestión no sería tanto pensar o no pensar sobre lo que nos preocupa, sino la forma en que pensamos o enfocamos la atención sobre nuestros pensamientos que nos generan malestar. Desde el trabajo que realizo en consulta, lo que se pretende es ayudar a la persona a adoptar una nueva visión de su problemática, aprendiendo a observar, contemplar y conocer de qué manera estos pensamientos estando interfiriendo en la persona que quiere llegar a ser. A partir de todo un proceso de comprensión y aceptación podremos empezar a poner en práctica los recursos necesarios que nos permitan gestionarlos y filtrarlos de forma que nos hagan encontrar mejor con nosotros mismos.